Dame un bolígrafo y un papel y te enseñaré a soñar. Antes de que aprendas a soñar debes cerrar los ojos y imaginar un mundo nuevo, solo para ti y para mi..

domingo, 27 de noviembre de 2011


Y justo entonces, llego a rozar la calma, cada vez que lo hace, cada vez que sonríe. Nosé cómo ni de qué forma, ni la razón por la que reacciona así, pero basta estar en la peor situación, para que llegue y te la convierta en una de las mejores. Y podría perderme en sus ojos, en cada gesto, en cada estupidez que sale por su boca, en la forma en que rechista, o en la forma en que se excusa..en cada detalle, en cada abrazo, en cada beso, en cada por qué, o en uno de tantos te amo, por hacer una única excepción. Tal vez tenga la virtud de hacerlo, de hacer cambiar un estado de ánimo a otro completamente diferente, teniendo en cuenta su presencia, y sin motivo alguno, o simplemente por el tiempo, o por la confianza adquirida a lo largo de lo meses. Y seguiré riendo, llorando, encontrando excusas fáciles, o mis más propias confusiones, pero sin lugar a duda, siempre habrá una única forma de calmarme y sentirme bien, y eso me basta..el cada vez que lo hace,cada vez que sonríe.

¿Qué hice para que te fijases en mi? y tú ¿Te pusiste a hacer el tonto para llamar mi atención? Si es así enhorabuena. El tonto a cautivado a esta tonta.Sé que puedo llegar a ser a veces de trato dificil, y que al principio no sea lo suficientemente cariñosa contigo... pero dame tiempo, necesito hacerme a ti, siempre he necesitado conocer las reglas del juego para empezar a jugar. Sé que sería mas fácil si te diera una lista con las cosas que me gusta y las que no, lo que me da miedo, y lo que admiro, pero no, dejaré que lo descubras tú al fin y al cabo las primeras citas son como entrevistas de trabajo pero con cócteles incluidos. No soy de regalos, pero no sabes la alegría que me daría si tuvieras mil detalles de papel. Sin prisas, mentiras ni errores. Paciencia necesitarás un poco. De la confianza me encargaré yo, pero no me mientas tú porque entonces no sabré ni quién eres. Necesitaré de vez en cuando esos paseos por la playa en invierno, si es en el atardecer mejor. No quiero calor de invernadero. Si hay que llorar a la cara que sea de verdad y no de ese hipo barato que se aprende en el cine. En mi casa no hay nada prohíbido, pero no vayas a enamorarte, esa palabra me da demasiado miedo y no quiero ponerte en peligro. Hablar por hablar, sentir por sentir, son cosas diferentes así que no nos confudamos, todo está quedando perfecto como para fastidiarlo en el último momento. Cuando lleguemos a la parte de los besos te diré que esa es mi parte preferida, pero no abusemos de ellos porque me conozco y sé que terminaría extrañándolos cada vez que no te tengo cerca. De los abrazos encárgate tú, siempre he sido un poco patosa y siempre me hago un lío con los brazos. Espero que compartamos el mismo perfume; eso significará que cuando estemos juntos, tú acabarás oliendo a mí y yo a tí. Ningún olor me sería tan agradable como el tuyo recién salido de la ducha, esa mezcla entre el olor de tu pelo recién lavado y el perfume con el que me obsesionaré, ese que hará que cada vez que lo huela me recuerde a tí.Una última cosa, no te acostumbres tú a mí, no del todo, me iré y volveré cada vez que piense mas de la cuenta, y créeme no te quiero hacer daño, ya he aprendido que dañar queriendo sólo sirve para que uno recobre su orgullo y esto es cosa de dos. Espérame cada vez que me vaya, te necesitaré ahí cuando vuelva. No nos acostumbremos, por favor. Siempre estaré ahí para atraparte, siempre.

Eso de no saber lo que quieres, y de no querer lo que tienes, del ajetreo del sabado que quita las ganas de domingo, de los lunes insoportables como el crio de la mesa de al lado, como el momento que tu vieja te hace sentir mal y te vas a la habitación a comerte más música que techo. Recuerdo desde siempre que no se debe de juzgar a las personas de buenas a primeras, que se debe de hacer la digestión antes de meterte en el agua, que si él te la lia, acabarás teniendo tú la culpa. Esas mierdas que te joden un día o una noche, esas mierdas de verano que luego le echas la culpa al calor o a que pasas mucho tiempo con él, esas mierdas de invierno que te hielan y no solo por el frío. Cuando solo quieres follar, en cualquier punto de este mundo y a cualquiera de las tios de esta calle. Cuando tú eres tan sumamente ignorante de la vida que admiras cualquier cosa que tenga cierto criterio y entereza. O tal vez como el pasar de follarte a cualquier tía de la calle, a querer solo follarte a ella.

¿Acaso no somos capaces de mirar hacia delante?


¿Cómo, cuándo, dónde? Me da igual. Me da todo absolutamente igual, con tal de que sea de verdad, ni un capricho ni una conformidad, ni tan siquiera un objetivo. Yo lo que quiero, lo unico que pido es la sinceridad, lo bruto, lo puro, lo verdadero... alejado de mierdas pasadas, de historias de contemplación, de errores no superados y sobre todo del temor. Con eso ya me basta y me sobra. Ahora piénsalo tú, que yo ya no quiero pensar más.

Ódiame. Hazlo de la manera que te apetezca, de la manera que quieras, que desees. Al fin y al cabo, sé, bueno, más bien, sabemos, que acabaremos arrodillados el uno frente al otro; el motivo por el que no ha pasado aún es porque nunca hemos estado solos, siempre nos odiamos en público, que cobardes…. Estamos esperando ese maldito momento en el que nos encontramos y, no tenemos más remedio que reflejar la verdad; que mirarnos a los ojos y ver que brillan más que la luz de la luna; que abrazarnos y sentir que nuestros corazones van al mismo ritmo, a mil por hora; que nos besamos y no sabemos muy bien como hacerlo, porque hasta este momento no hemos sido compatibles, hemos sido como dos polos opuestos que no eran. Vamos, no seas cobarde, quiéreme, o limítate a confesarme que me quieres en silencio, como yo.

Las personas, ahora, camuflan lo que sienten. Regalan sonrisas y marcan las miradas. Seleccionan los momentos con una fecha. Dejan las historias sin final. Olvidan lo que sienten antes de que les de tiempo a saberlo. Ahora, se dice "te quiero" como quien dice "hola". Los besos se regalan, y los calentones en cualquier parque a cualquier hora de la tarde son rutina.Si eso les llena...vale, pero eso no es para mi. Porque, joder, cuando digo "te quiero", es porque te quiero, de verdad, sin contratos, sin papeles, sin interés, y con todas las consecuencias que conlleva hacerlo..

Lo que intento decirte es que entiendo lo que es sentirse el ser más pequeño, insignificante y patético de la humanidad y lo que es sentir dolor en partes del cuerpo que ni siquiera sabías que tenías. Y da igual cuántas veces te cambies de peinado, o a cuántos gimnasios te apuntes, o cuántas latas de Cocacola te tomes, porque sigues acostándote todas las noches repasando todos los detalles y miradas que te dio. Y cómo coño en ese breve instante puedes pensar que eres tan feliz. A veces incluso logras convencerte de que ahora mismo se presentará en tu puerta. Y después de todo eso sólo le veo una pega a todas las tias extraterrestres, por llamarlas así, que han pasado por su vida..: que no tienen espacio suficiente para recorrer con su nave, ni meses, ni años, ni lustros, ni décadas, ni siglos.. incluso milenios para quererte un pedazito de todo lo que te quiero yo.

Sé que no soy perfecta.No soy la clase de niña perfecta que sigue las normas al pie de la letra. Cometo los errores que nunca hayas visto,tropiezo 3 veces si es necesario con la misma piedra porque lo necesito, o tal vez no, pero me levanto con dos cojones. Casi siempre consigo lo que me propongo, y si no lo consigo, tranqui que ya lo conseguiré. Si estás pensando lo que yo creo.. no, no te mostraré tan fácilmente mis penas y jamás lograrás verme llorar,jamás. Porque como en esta cabecita se meta algo, dificil será que lo consigas sacar. Soy indecisa, atrevida, arriesgada y demasiado dura por fuera, pero por dentro ni te imaginas lo que aguardo. Soy como un libro cerrado que no hay más que mirar la portada para saber de qué trata. Soy.. Puf.. ¿Cómo decírtelo? Soy la soñadora de tu mente,la más idiota, a la que no le importa esperar por tus besos, soy.. Soy la persona que más te quiere y te querrá en este mundo, ¿lo entiendes? Sé que es dificil de creer, el típico tópico de amor, pero no. No es así, te lo digo porque lo siento, y ¿sabes? siempre que lo siento, te lo digo,siempre.

El ruido de aquel grillo que no cesa. La luz de las farolas a través de mi ventana. El cosquilleo en mi espalda por sus yemas, en mi corazón por su sonrisa. Las gotas de lluvia por su pelo, las noches de ilusión por sus susurros. El tren del primer fin de semana de cada mes, a la hora de siempre. Las sudaderas color azul eléctrico y el olor a ti. Aquel helado de 3 pisos que no llegamos a terminar. Esos sueños que no llegamos a cumplir, pero que cumpliremos algún día. Las noches de inspiración con el cenicero a rebosar. Los hielos derretidos, el malestar en el ambiente. Sus sueños en medio de una habitación. Su cinturón favorito tirado en mi cama. Allí donde no llega la luz de la mesilla,donde el reloj adquiere celos y hace pasar las horas más rápido de lo normal sin levantar sospechas. Allí, en sus jaulas con barrotes de libertad condicionada. Allí, en sus ojos.

jueves, 24 de noviembre de 2011


Nunca tuvimos un término medio, nos queríamos a morir o matábamos por querernos..Me hiciste cruzar la línea que un día tu mismo pintaste, me hiciste saltarme semáforos en rojo sabiendo las consecuencias. Sin embargo yo puedo ser los viernes por la noche, y tu los domingos por la mañana;Puedo ser la Barbie y tu el Ken, yo Blair y tu Chuck. Yo Jasmin y tú Aladín, yo Julieta y tú Romeo. Puedo quererte los días pares y tú a mí los impares, yo seré quién ponga las normas y tú quien se las salte. Yo puedo ser lo que tu quieras, tu ya eres lo que quise yo.

Darlo todo,sin ninguna clase de excepción.


Salir y gritar,hasta que te oiga la última persona sobre la tierra. No pensar,unicamente actuar sin saber que vendrá después.Reglas,no hay reglas,ni límites,ni barreras que te impidan alcanzar aquello por lo que tanto has luchado.Buscar,encontrar o perderte más aun de lo que estabas.Sonreír aunque te cueste la misma vida.Comerte el mundo,porque al fin y al cabo, es tuyo. Y vivir,sobre todo vivir,porque nadie más lo hará por ti.

Grítame todo lo que no quiero oír, todos mis defectos, las cosas que no soportas de mí. Héchame en cara, todas y cada una de las veces que te hice sentir mal, que te decepcioné, que te hice pensar eso de "pensaba que eras diferente". Enfádate conmigo. Dime todo eso que la gente no le dice a los demás, dime lo que verdaderamente piensas de mí. Pero después de eso, hazme un favor, solo uno. Dime que me quisiste, que en algún tiempo o lugar, lo has hecho.

Alguien dijo alguna vez, que nuestras huellas dactilares no se borran de las vidas que tocamos.¿Sabes? yo soy de esas que siempre han dicho que no estamos locos, que sabemos lo que queremos. Que hoy daría el mundo por ti y mañana ni me acuerdo. Que ojala no te hubiera conocido nunca, aunque sabes que es la mentira mas grande que puedo decir,que ahora blanco y luego negro, pero el gris no esta nada mal. Que te quiero pero te odio, y que no sé pensar sin recordarte,no sé. Yo a veces no reacciono, tú eres el que se debería dejar llevar. Dejarse llevar e ir a por aquello que te hace feliz. Que el tiempo corre demasiado deprisa, y lo único que no te va a gustar de la vida es que te va a parecer demasiado corta. Estas aquí para ser feliz, ¿me entiendes?
Pues nada más que decir.

Estás jodidamente perdido.

Pasaste las noches echando de menos pasarlas conmigo. Y los días, y las horas, y querrás volver a despertar a mi lado. Y la mayoría de las tardes, esas en las que nos comíamos mutuamente de merienda en merienda. Creo que ni dormirás, me recordarás y eso de llorar, no lo veo muy tuyo, pero algun que otro "no puedo vivir sin ella" saldrá de ti. Me buscarás entre la gente con la mirada sin darte cuenta, lo harás, me verás, y se te inundarán los ojos. Obviamente que me echarás en falta, echarás en falta mi voz, mis susurros, y mis te amos. Estás jodidamente perdido, solo te pido que me recuerdes, que me recuerdes hasta el último de tus días.. cuando necesites aire, cuando te haga falta alguna que otra voz susurrante en tus oídos, cuando te haga falta una mirada que te diga te quiero sin necesidad de hablar, en cada noche, en cada día, en cada destello de luz que se colaba por los agujeros de la persiana y se reflejaba en tu cuerpo. Recuerdame en cada canción, en cada gesto. Recuerdame, o buscame. Perdería mi orgullo por no perderte, aunque me reventara cada una de tus palabras sin sentido.Sí, seguro que lo perdería, no me lo pensaría dos veces. Dudo que jamás lo entiendas. Solo busco otra coartada para meterme entre tus sabanas.

Ama, que para odiar nunca se te va a hacer muy tarde.


¿Alguna vez has estado tan enfadado que la rabia y la decepción no te dejan pensar en otra cosa? A mí me pasa eso hoy. La confianza es algo muy frágil, una vez ganada nos aporta una gran libertad, pero cuando la confianza se pierde es casi imposible recuperarla, aunque la verdad es que nunca se sabe en quién podemos confiar. Nuestros seres más queridos pueden traicionarnos y unos desconocidos pueden acudir en nuestro rescate. Al final la mayoría de la gente decide confiar sólo en sí misma, sin duda es la forma más sencilla de no quemarse jamás. Yo soy partidario de la idea de que alguien que te quiere no es capaz de hacerte daño, y si te lo hace, es un daño colateral, inspirado en ayudarte, como cuando alguien te hiere diciéndote una verdad que no quieres oir, pero al fin y al cabo, es una verdad, y la verdad siempre es mejor. Otra cosa es cuando te hieren porque sí, sin finalidad alguna, un golpe bajo, un golpe que no esperabas, un golpe que sobretodo no merecías... Ese tipo de detalles, son los que nos permiten diferenciar entre los que realmente nos quieren, de los que dicen querernos. Dicen que nunca terminas de conocer a una persona, y es cierto

-¿Te gustan más los hombres que las mujeres?
-¿En general dices? No. De qué sexo sean en realidad me da igual, es lo que menos me importa. Me puede gustar un hombre tanto como una mujer. El placer no está en follar. Es igual que con las drogas. A mí no me atrae un buen culo, un par de tetas o una polla así de gorda; bueno…, no es que no me atraigan, claro que me atraen, la verdad. Pero no me seducen, me seducen las mentes, me seduce la inteligencia, me seduce una cara y un cuerpo cuando veo que hay una mente que los mueve y que vale la pena conocer. Conocer, poseer, dominar y admirar. La mente, sí, yo hago el amor con las mentes. Hay que follarse a las mentes.

-Nos empeñamos en cosas sin sentido. A depender de alguien, en creer que lo grande y bonito es mejor, que lo pequeño y feo. En pensar que un ferrari, calmara nuestra impotencia, y nos hará más felices. ¿Sabes? Lo mejor no es eso. Lo mejor es levantarse, y tener a alguien al lado que te diga "Buenos días mi princesa, ¿qué tal has dormido hoy?." Lo mejor es ir por la calle, y cruzartelo.. y que te mire, y te sonría, y se te ponga esa cara de tonta. Lo mejor es recibir un mensaje que te alegre el día. Lo mejor es que te llame tu mejor amiga para salir hoy por la noche, y comeros la ciudad a trocitos. Lo mejor es tener a alguien que merezca la pena. Las verdades a la cara aunque duelan, y mandar a tomar por culo las mentiras, con mentiroso incluido. Lo mejor es dejarse llevar. El mundo, la vida, y acciones que hagamos en un momento determinado, pondrán a cada persona en su lugar, a cada nube en su cielo, a cada "rey" en su trono, a cada perdedor en su banquillo, a cada payaso en su circo, y... y a cada puta en su esquina.

Hoy me apetecen tus curvas, tu culo y lo que no es tu culo, y conducir caricias por los kilómetros de tu piel. Tirarme de cabeza en el marrón de tus ojos, nadar en él. Ahogarme,ahogarme hasta adentrarme en tu interior para saber lo que piensas. Hoy me apetece llamarte ‘cariño’ y pasar mis dedos por tu espalda como si fuera braile. Comerme todas tus sonrisas, vestirme desnuda.Hoy me apetece dormir contigo, y que me despiertes mañana. Soñarte en mis pesadillas. Que me rescates desde el otro lado de la cama. Hoy me apetece besarte y que me comas a besos. Bucearte entre las sábanas, decirte que te he echado de menos. Hoy me gustaría matarte a abrazos, de esos en lo que la ropa más que nada, estorba.

Nosotras presumimos de lo fuertes que somos, de que nunca nos harán daño o de que él está loco por nosotras. Resumiendo, que controlamos la situación.
Y la realidad es, aunque sea triste, que todas, sin excepción, cuando le vemos aparecer perdemos la razón, la fuerza, hasta las bragas.
Ahí está entonces el problema..

miércoles, 2 de noviembre de 2011


Supongo que nunca fui de pintarme los labios de rojo, prefería que me pintaran el corazón. De escuchar la ciudad desde el autobús y desde la cama. Mientras, somnolienta, repaso los momentos de mi vida. El café se enfría, los ojos miran, los sueños son más sueños si los dejas libres. El pasado es una botella que lanzamos el mar para que nunca regrese. El futuro es un lienzo en blanco (en el que Modigliani pintaría a su amada Jeanne). El mundo es verde y azul, un faro que lanza señales a los náufragos para que nunca pierdan el norte. Sirenas del asfalto esperando que llegue un tren que nunca llega. Una estación fantasma en la que se despiden dos amantes prometiéndose una carta por semana. Que nunca llega. El cartero de vacaciones soñando con buzones y sellos. Releyendo en su mente la carta más bonita que nunca vio. Las niñas con lazos en el pelo andan en bicicleta y sueñan con ser parte del viento. Las escaleras que llevan a una azotea desde la que se ven todas las estrellas. Los barcos que zarpan sin mirar atrás, entre la espuma de las olas. Y los jóvenes que se tiran desde el muelle al agua porque tienen ansias de libertad. Todos ellos están aquí dentro. Espuma de mar, café, olas, pasado y futuro, piel y huesos. Una libreta llena de tachones, una vida llena de remiendos. Heridas en los ojos e ilusión en las manos. Como tirar una moneda y que termine perdiéndose en una alcantarilla. Como bailar el primer día que te conocí sin tener miedo a nada. Obviar los golpes y seguir caminando, primero un pie, después el otro, y así hasta llegar al supermercado. Pasillos llenos de memoria. Parques llenos de libros abandonados en sus bancos. Sueño y realidad. Gatos relamiéndose después de cortarle las alas a un pájaro. “Dar golpes al pasado y acariciar el futuro” Esta vez el futuro es una habitación en la que sólo estamos nosotros con café y magdalenas para todo el día. Me parece un buen plan. Tengo mucha vida en los ojos y estoy dispuesta a enseñártela. Y a vivirla contigo.

Tenía una cara hecha para sonreir.



Ya ni siquiera escribía, los poemas habían volado desde la ventana de la habitación hasta los parques, los lagos, por este cielo azul de verano. La maquina de escribir estaba llena de polvo y ella se acostaba a mirar el techo de la habitación. Con una camiseta raída y el pelo cayéndole por el pecho. Cuerpo y alma en paz. El ambiente todavía olía a su piel, había restos de felicidad cayendo de la cama al suelo. Ella no se movía. Recordaba algunos versos que él le había leído la noche anterior: Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la profundidad de tu pelo mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llena de flores o de peces, de movimientos vivos, de fragancia oscura. Y la habitación era el Ponts des Arts y la Maga perdía la vista en el Sena. Ellos eran poesía. No necesitaban hablar porque las palabras crecían de sus manos. Manos, seno, pelo, aire. Un encierro voluntario. Una lucha entre este instante y el siguiente, “y la oportunidad de hacerlo diferente”. Era Maga, su Maga, y por fin lo había entendido. El aire seguía moviendo su pelo. En un instante eterno.

Intensa, eterna.






Tal era su obsesión por los recuerdos que tenía la casa llena de objetos usados por otras personas. El baúl de su tía Marie, lleno de postales sin remite ni sello. Cartas de amor sin destinatario. Marie estaba enamorada del amor. Al igual que su sobrina, que coleccionaba todo lo que encontraba. Ya no era una niña, pero aún creía en la magia. Y sabía que vivía en los libros, collares, en los recuerdos de las personas, allá donde había vida había magia. También coleccionaba gatos, aunque eso era más una pasión. Las tardes en aquella casa eran de lo más tranquilas, a veces se oía una máquina de escribir, un maullido, una ráfaga de aire que entraba por la ventana. Un poco de vida pasando bajo la puerta. Un amanecer entrando por el tejado. Había escogido la soledad como forma de vida y vivía entre libros, artilugios y gatos. Estaba claro que había amado. Como nadie y como nunca. Recuerda como las noches de viernes escogía tímidamente un vestido y unos zapatos, se pintaba los labios y se lanzaba a la calle. También como esas noches terminaban con besos en alguna esquina. Que creía en todas las promesas y se imaginó una vida entera junto a todos sus amantes. Y cada vez que amanecía con uno creía que iba a ser suyo para siempre. Que desayunarían tostadas cada mañana frente al mar. Al final siempre se quedaba sola, sin tostadas y sin mar, escribiendo sobre la pérdida y sobre como renacer. Y siempre renacía. Su ceremonia de renacimiento era siempre la misma. Se pasaba la tarde cocinando, preparaba la mesa con sumo cuidado, se ponía el mejor de sus vestidos y cenaba. Cena para uno, como decía ella. Tomaba vino y siempre terminaba danzando por casa. A la mañana siguiente era ella de nuevo. Otra de sus costumbres era visitar a los gatos callejeros. Cuando la vida pesaba demasiado, iba a pedirles consejo. Ellos contestaban mientras se relamían los bigotes. Sabios consejos los de aquellos habitantes de los tejados. Esta noche está sentada frente a la máquina de escribir, relatando otra de sus aventuras, la de cuándo aprendió a volar. Tiene un gato en el regazo. La luna entra por la ventana, la tetera está sonando, y los libros vigilan sonrientes su pelo. Ya tiene preparado el vestido del viernes. Quien sabe si se enamorará de nuevo, si desayunará tostadas con amor. Sonríe mientras escribe, y el gato se relame los bigotes. Será una buena noche.

Te guardo un "para siempre" si la vida nos deja.







Tengo un torrente de palabras bajo estas manos y unos ojos tristes atrapados en el fondo de mi corazón. Que me miran fijamente. Y el cartón de algún bingo que no cantaremos, el olor de una piel que nunca me perteneció. Aquellos lugares en los que dejamos nuestros sueños. La llave bajo el felpudo a un mundo que nunca conoceremos. Y la tranquilidad es pararse un momento bajo la lluvia de verano. Contar las gotas que resbalan por la ventana del autobús. En aquella estación en la que nunca pasa nada y las vidas cogen rumbos opuestos. Supongo que un café solitario, en la cafetería de madera de siempre, unos minutos antes de ir a trabajar. Repasando toda una vida y garabateando una libreta. Supongo que siempre había querido ser la musa de alguien. Ese era mi sueño. Que alguien preparara un par de botellas de vino y se dedicara a pintarme toda la noche. O convertirme en poema. Que tú toques la guitarra y yo baile por toda la calle. Siempre quise ser una película. Caminar por la orilla del Sena cualquier noche fría y leer poemas en francés. Aún así, la vida se parece un poco a los sueños. En unas horas estaremos en una de nuestras ciudades, cambiaremos el escenario de París por el de Barcelona y nos amaremos en cada esquina. Por si el tiempo nos atrapa. Prepararemos un baño para dos y el espejo del baño sentirá unos dedos dibujando un corazón. Desayunaremos felices, planeando abrazarnos cada vez que toque subir un nuevo escalón. Puede que nos toquemos a ritmo de jazz, o que paseemos por un puerto que no conocemos. (Ya sabes mi adoración por los puertos a medianoche) Y escribiremos un poema sin soltarnos de la mano. De mis ojos a tus ojos pasando por tu corazón. Y quedándome a vivir en él. Porque sólo deseo ser tu musa, tu Maga, tu Clementine alborotando por toda la habitación. Volveremos a coger un par de aviones porque nos encanta escaparnos de la realidad. La sensación de las mariposas en el estómago. Despegar y no querer aterrizar nunca. Y tomaremos vino, un par de copas, tres, que más da, y nos deslizaremos por la vida como quien no tiene miedo a nada. Terminando abrazados hasta quedarnos dormidos. Porque la vida a veces es un sueño, soñemos. Soñemos y recordemos esto cuando las gotas resbalen por la ventanilla del autobús. Porque eres el mejor antídoto contra los días grises.

Vivir de palabras.




Le inspiraban esas calles, al bajar al metro y observar como cada persona iba en una dirección diferente. Le encantaba perderse en esas miradas ajenas, alguien iba a comprar el pan, alguien regresaba a casa y alguien no quería regresar nunca a su vida. Se perdía por los entresijos de la ciudad, entraba en cada librería sólo para oler las hojas de algún viejo libro. Se reía con algún título, fotografiaba la tristeza, y salía de la librería. A veces escribía en una cafetería del Raval con vistas a toda la calle, vivía entre palabras y al caer la noche se acostaba con ellas en el ático. Vivir de palabras no es tan malo. Había comenzado una historia de chico conoce a chica, se enamora de ella y le pide matrimonio justo antes de que se baje del metro. Ella se iba sin mediar palabra. Otra historia fugaz. Como cuando escribió sobre aquella señora que quería escapar de la vida y alguien se enamoraba de sus arrugas. O instrucciones para hacer té, para escapar de la tristeza, sobre como perderse en el fondo del mar sin saber nadar y terminar saliendo a flote. Esa era toda su vida. Y alguna noche de sábado solitaria, se inspiraba y terminaba hablando de caricias en hoteles de segunda clase, de cafés de madrugada y lamer pieles ajenas. Sobre perderse en el placer ajeno y abandonarse a la vida. Todavía recordaba la primera vez que le habían acariciado el pelo con todo el amor del mundo. Despacito, suave, escribiendo en él palabras bonitas. Y esa noche de sábado, ella recordaba mientras la música no paraba de sonar. Como alguien se había enamorado y la había rescatado de la vida, como le habrían propuesto matrimonio caminando por las calles de Italia. O quizá eso era una historia más, quien sabe. Vivir de palabras no es tan malo. Al fin y al cabo, había estado toda su vida buscando corazones en los ojos de los desconocidos. Y uno de esos días en los que uno pierde la vista por cualquier paisaje, encontró el título de su siguiente historia: “Instrucciones para volar.” Sólo hacía falta palabras, sueños, alguna que otra caricia y tener la sensación de que todo está en su lugar. Ahí estaba, escribiendo a las 2 de la mañana la más cuerda de las locas, sobre como escapar del tiempo y colgarse de su risa, sobre como volar sin moverse del sitio. Otra historia sin terminar, otro olvido al corazón, otra noche solitaria y silenciosa con tan sólo el murmullo de la ciudad de fondo. Que susurra que vivir de palabras no es tan malo.

Como dos cuerdos que juntos se vuelven locos.





Empezamos hablando de la lluvia, tú te pasabas las tardes de domingo mirando desde la ventana como arrasaba el parque de enfrente de tu casa. Yo solía salir los martes a bailar sobre los charcos con un vestido azul. Azul lluvia, claro. Después me contaste como habías sobrevivido a la vida, algo sobre escribir, escuchar música, y sonreír por las mañanas. Me reconocí en tus palabras y luego me vi en tus ojos. Claro que después llego todo lo de que yo necesitaba que me rescataran y ver el mar desesperadamente, y tú quisiste ser mi héroe. Y lo fuiste. Lo sigues siendo. Mientras yo te hablaba de mis días grises, tú me acariciabas el pelo, y nos prometimos un día bailar bajo la lluvia. Desde entonces, esta ciudad somos nosotros. Cada calle, cada farola, los bancos solitarios en las calles sombrías. La biblioteca y sus pasillos silenciosos, cada uno en un lado buscando el libro perfecto. La ciudad ya no me ahoga, ya no la odio, disfruto en silencio mientras paseo y ella me cuenta sus secretos. Viviendo un romance en cada esquina, “viviendo la novela más sincera siempre”. Somos protagonistas de un libro que no tiene final, el prólogo me lo escribiste el primer día en la espalda. Empezaba con un “Seremos eternos.” Escribiría sobre ti incluso sin conocerte, serías mi historia de amor de metro: “Cruzamos miradas, tú te perdías en tu libro de Whitman y yo fotografiaba rostros somnolientos. Inventando un cuento para cada uno de ellos. Y un buen día, te cogí por la espalda y acercándome sutilmente a tu cuello te susurré: Estoy enamorada de ti. Y el resto fueron vals por todo el metro hasta llegar al final y besarnos como locos. Como dos cuerdos que juntos se vuelven locos. El comienzo de una vida juntos. Más tarde, tú me fotografiabas y yo te leía poemas desde la cama.” No es tan diferente, protagonizamos la huída de la tristeza cada día, cada noche. Cuando la realidad y el sueño se vuelven uno y amanezco en tus brazos. Acariciándote los labios y susurrándote que estoy enamorada de ti, como en ese metro inexistente. Y vals por toda la cama hasta llegar al final y besarnos como locos. Como dos cuerdos que juntos se vuelven locos.

Si no ves más allá de tu horizonte, estaremos perdidos.





Así es, viajamos en este tiempo imperfecto que es la vida. Nadamos en el mar de asfalto, dejándonos llevar por los semáforos, hasta llegar a casa y encontrar la misma soledad. El mismo silencio que llena todos los pasillos. Es ese silencio de biblioteca, de gasolinera perdida en medio del desierto. Tenemos hambre de vida. Ansiamos escapar cada vez que vemos que un tren se va y un avión despega. Caminamos por los raíles esperando otro tipo de viaje. A donde haga falta. El cielo está demasiado lejos y los viajes en globo eran un privilegio del siglo pasado. Soñamos entre las páginas de un libro con una vida que nunca tendremos mientras la televisión nos grita que necesitamos un puñado de pantalones y vestidos para demostrar al mundo quienes somos. Nos echamos cremas, nos pintamos los ojos para disfrazar la tristeza y salimos a comernos el mundo. Vivimos de la apariencia y olvidamos que lo mejor es lo de dentro. Hablamos del tiempo en los ascensores, esperamos que llegue la hora de salir del trabajo para poder gritar en silencio que somos libres. Atrapados, siempre, entre las putas horas del reloj. Aún quedan algunos que se enamoran en el metro y se sientan en el banco de la plaza a respirar. Otros que corren todos los días hasta el mar para recordar que estamos vivos por alguna razón. Y todavía deseamos sorprender a nuestra pareja con una cena improvisada un día cualquiera. Pero el resto, olvidamos, olvidamos que debemos decir te quiero de vez en cuando, que la amistad verdadera es una mirada que lo dice todo, que los libros nos enriquecen y de vez en cuando tenemos que pararnos a respirar. Olvidamos el mar, y sus respuestas. Olvidamos a las personas que tuvimos al lado y nos encerramos en nosotros mismos. Presos de los horarios, del asfalto, de la vida cuando no es vida. Hoy, vístete de amor y deshazte de las ataduras. Sonríe y disfruta porque este día es especial, sólo por el hecho de que estás tú.

La soledad viene de serie.






Fuera la vida. Fuera la gente corriendo, los trenes escapando, las gotas resbalando por el cristal de la ventana. El jabón escurriéndose bañera abajo. Los autobuses girando en espiral. Las señales de tráfico advirtiéndome. París demasiado lejos. Oviedo demasiado cerca. El mar sin respuestas, la luna llena mirándome fijamente. Yo, sin saber que decir. Creyendo que Yann Tiersen me sacará de la rutina. El otoño, la vida, los sueños que dejamos ir con las ojeras. Una de estas noches, meto en una maleta un par de pantalones, la cámara, calcetines y me largo. Y cojo uno de esos trenes sin destino, con camas alineadas. Y escapo, escapo mientras miro como todas las luces se quedan atrás. Como todo se hace pequeño y yo empiezo a hacerme grande poco a poco. Mi soledad y yo. Y empiezo de cero, en un lugar en el que se puedan arrancar margaritas y ponerlas en un florero inventado. Donde no cueste la vida. Fuera las luces, el tráfico, el silencio. Aquí delante, un poco de poesía y un vaso de leche para sobrevivir. Que todo es efímero y sólo quedan palabras para salvarnos.

Con la cabeza fría mientras el corazón arde.





Aún tengo días que se me clavan en el costado, y no puedo hacer más que llorar en cualquier esquina. Tengo días tristes, muy tristes, en los que la ausencia aparece después de la cena y me atrapa por dentro. Y no hay manera de hacerla desaparecer. Sólo me calma un abrazo, y a veces, los abrazos están lejos. Hay días en los que no entiendo absolutamente nada de lo que pasa a mi alrededor, que rompería todos los relojes, el orden establecido y me iría a vivir a cualquier pueblo apartado. Con un gato, una mecedora y un montón de libros para sobrevivir. Desde luego, este no es mi planeta. Sólo me queda refugiarme en el último vagón de tren, bajo las sábanas, en cualquier atardecer, buscando un poco de paz. Buscando un motivo. Cuando era pequeña, me refugiaba en unos brazos y un bigote que me daban fuerzas para seguir, con un susurro: eres la mejor. Y me convertía en una heroína que sobrevolaba los tejados y era capaz de cualquier cosa. Ahora me hago pequeña, muy pequeña, y mientras friego los platos dos lágrimas resbalan y se pierden entre el jabón. En esta casa silenciosa, donde el tiempo no pasa y no hay más que nostalgia de la que se clava en el costado.

La catástrofe es el trofeo.




Tengo sed de horizontes, de atardeceres, que en mis ojos se refleje ese color intenso que siempre me devuelve la esperanza. Tengo ansia de carreteras interminables, de desayunar paisajes y café. Quiero amanecer cada día en un lugar distinto. De escaparme de la rutina y escribir historias en servilletas para luego abandonarlas, que andamos escasos de sueños. Y renacer en medio del bosque, cómo cuando me escapaba corriendo a él con un libro y volvía sonriendo. Los libros siempre tienen respuestas. Y la música. Y la poesía que me rescata cuando los días grises me atrapan. O renacer en medio del tráfico, justo cuando parece que el ruido de los coches forma la melodía perfecta. Subir a lo alto de un edificio y lanzar toda la tristeza para que se estrelle contra el asfalto. Este otoño renace mis sentidos. No voy a hablar de historias de trenes, de idas y vueltas, ni de las veces que quise escapar de todo. Voy a hablar de la manera que tienes de apartarme el pelo de la cara cuando me tienes cerca, de cómo me haces el desayuno, con mimo y cuidado para que yo te diga “esta mermelada no me gusta.” De las veces que me perdí en tu cuello olvidando el camino de regreso, con tus labios susurrándome un “no pares”. Y tu cuerpo que parecía una pista de despegue, o de aterrizaje, quien sabe. Hemos cogido tantos aviones, tantos trenes de vuelta de la ciudad del viento, tu mano en mi mano, mis ojos en tus ojos. Que todo parece más fácil cuándo estás a mi lado.

Y los horizontes, y las carreteras interminables, los desayunos, los viajes sin ida ni regreso, las carreteras interminables no son lo mismo si tú no estás a mi lado. Si tus ojos tristes no acompañan a mis ojos solitarios, haciéndoles sentir un poco menos solos. Que nada tendría sentido si tú no estuvieras ahí, compañero de viajes en este viaje largo que es la vida.

Qué desde aquí se le puede cambiar el rumbo..






Estaba desnuda, tumbada en la azotea. Puede que sintiera todo este frío de otoño, o puede que no sintiera nada. Tenía los ojos cerrados, y el vello de sus brazos se erizaba con cada respiración. Recreaba en su mente la última vez que le había visto en aquella cafetería inmunda, la conversación superficial, hablar sobre el tiempo que hace para no hablar del tiempo que pasa. Recordaba también, cómo después de dejarle sentado en la misma mesa en la que días atrás se comían a besos, había huido a ver el mar.
Por aquello de que siempre tiene respuestas. Esta vez no tuvo ninguna. Caminó por la orilla esperando oír algo más que ese rumor embravecido de las olas, los susurros de los árboles en la lejanía, el silencio hecho poema. Seguía desnuda, tumbada en el suelo, y cada ola que recordaba le hacía derramar una nueva lágrima. Hacía días, un edificio de su ciudad se había derrumbado, y ella sentía su pecho como ese edificio derruido. Los recuerdos penetraban por las ruinas, llenándolo todo de una luz artificial. De un dolor inmenso. La ciudad seguía latiendo ajena a las ruinas. El corazón seguía latiendo ajeno a la vida.
Era medianoche, y no había estrellas. Estaba borracha, borracha de vida, y había decidido desnudarse en un arrebato de pasión. Seguía desnuda, caminando por el bordillo de aquel tejadillo susurrándose a sí misma que podría con todo. Que los edificios se derrumban, y se construyen otros nuevos. Que los recuerdos se marchitan y nacen otros, más grandes, más sinceros. El mar volvería a tener respuestas, la noche volvería con sus estrellas, no estaría sola. Alguien se enamoraría de sus ojos tristes. Alguien enamorado de la lluvia. La llamaría lluvia. Vestiría su cuerpo desnudo y la abrazaría todas las noches. Porque era frágil como un pájaro con un ala rota, como las ruinas de ese edificio, como todas las noches angustiosas, el bordillo de ese tejado, como su caminar lento y sus ojos tristes. Era lluvia, y caminaba por la azotea desnuda, sin nada que tapara esas lágrimas. Sin nada que le atara a la vida.