
Hoy confesaría que me moriría por perder la cabeza por ti como antes la perdí por quien no lo merecía. Pero el tiempo me ha hecho aprender a controlar los impulsos repentinos que me dan de querer comer-me todos tus gestos distraídos y no dejar nada para más tarde.
Porque más tarde, conociéndome, bien puede ser nunca.
Y no se engañen los que piensen que esta fue una crisis de positivismo venida de pronto a mi bipolar cabeza. No, mi azotea sigue plagada de fantasmas pero he de reconocer que eres la luz que más sonrisas consigue sonsacarme casi sin intentarlo.
Porque yo quiero intentarlo todo, o casi todo, si es por ti.
Por ti y por mi, por las locuras que podríamos cometer los dos mezclados en algo parecido a un globo del mundo pintado con acuarelas.
Ya no me interesan historias encuadernadas y cuentos que voy creando poco a poco, superando mis propios límites. Ahora me gusta respirar tu aire cálido e imaginar-te tratando de entender lo que digo de pronto. No espero que lo hagas en realidad, pero me entretengo observando tus reacciones. Eres tan imperfecto y tal real que me dan miedo todos y cada uno de los latidos que me golpean en el pecho cuando me atrevo a pensar en ti.
No hay comentarios:
Publicar un comentario