Mi obsesión por los amaneceres sigue existiendo. Y por las fotos de soles, cielos, nubes y playas. Me gusta que me guste. Y eso es verdad. Junto con la obsesión de pedir deseos en horas capicuas, al caerse una pestaña y en las noches de luna llena. Y parecerá una gilipollez, pero a mi me gusta, me hace ilusión. Y eso es lo que importa, la ilusión.
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