Dame un bolígrafo y un papel y te enseñaré a soñar. Antes de que aprendas a soñar debes cerrar los ojos y imaginar un mundo nuevo, solo para ti y para mi..

viernes, 10 de diciembre de 2010

Adios.

Una pequeña habitación se ciñe a ser nuestro 'territorio' , y el frío se ha hecho dueño de ella. La temperatura baja cada segundo que pasa, y nuestros cuerpos se congelan con cada grado que disminuye. Al mismo compás que baja la temperatura, el grado de locura que acompaña nuestras mentes aumenta. Abrazados sentados en la esquina más alejada de la puerta nos encontramos nosotros dos. Mis ojos te demuestran el miedo sin que haga falta ni una sola palabra. Los tuyos reflejan la compasión al ver mi gran temor. La puerta comienza a abrirse con un breve susurro tras ella. No hay nadie. El viento se escucha tras la ventana. Quizás fue él quien abrió aquella puerta. De repente dejan de rodearme tus brazos, me giro y te veo levantado, tras de mí. Acerco mi mano a la tuya pidiendo ayuda para ponerme a tu lado, pero tú la rechazas dando un paso atrás y juntándote a esa gran pared blanca. Miro a todos lados buscando alguna causa a tu repentino temor. No veo nada. Vuelvo a mirar en tu dirección pero ya no te encuentro donde antes. Has pasado a estar delante mía, y miras atrás diciéndome adiós con una simple mirada. Me pongo de pie buscando un punto de apoyo en la pared. Y noto el frío del suelo. Te veo andando cada vez más rápido hacia la salida. Te pido que no te vayas, que no me dejes sola, sin embargo pareces no escucharme y andas cada vez con más velocidad. Ahora estás casi al lado de la puerta, y mientras te acercas hacia el pomo giras la cabeza para buscarme. No me he movido de aquella esquina. Doy unos pasos lentos. Empiezas a correr habiendo salido ya de la habitación. Acompasas tus pasos con el frío del suelo. Me abandonas en aquella habitación. De lejos se escucha un adiós casi en un susurro. Para mí misma digo un fino 'te quiero' como si lo fueras a escuchar, seguido de un adiós que nunca quise pronunciar. El frío sigue aumentando, más rápido que antes. Ya no tengo tu calor y eso produce aún más frío acompañado de lágrimas que mojan mi rostro dándome escalofríos. Se hiela la habitación, me tumbo en el suelo. Me quedo esperando que todo acabe. Tú te has ido, llevándote las únicas fuerzas que me quedaban. Vuelvo a repetir en un susurro un 'adiós', y cierro los ojos, dejando que se me hielen los huesos al mismo tiempo que las blancas paredes

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