Dame un bolígrafo y un papel y te enseñaré a soñar. Antes de que aprendas a soñar debes cerrar los ojos y imaginar un mundo nuevo, solo para ti y para mi..

martes, 18 de octubre de 2011

Yo solía pensar que la vida era un juego, y la pura verdad es aún lo creo.




Y aquí estoy, sentada medio desnuda frente a una ventana de un hotel ante el paisaje de una ciudad encendida. Pierdo la mirada en el azul de las uñas de mis pies, recordando el olor del champú que he utilizado, contando amaneceres, inventando nuevos colores para mi cielo, pensando en las veces que he deseado que me robaran un beso de corazón. Sólo así soy feliz, sólo así sé vivir. Bailo con cualquiera al que le gusten las noches con final feliz, y me agarro desesperada a la luna cuando se ellos se quedan dormidos. Recorro sus espaldas con un dedo, o con dos, mientras pienso en cuántos lunares tenían los demás.
Me siento perdida en mi propia cabeza. Me he dado cuenta de que no soy tan princesa como yo creía, que no es azul la sangre que corre por mis venas. Sigo buscando emociones que no exijan compromiso, que no me traigan problemas. Un beso en el portal, un abrazo sincero de despedida, una escapada al puerto para ver amanecer, una carta en el buzón. Pero la carta nunca está, y sigo obsesionada con los locales nocturnos. Y ahí estoy, sentada en una barra frente a un cóctel con hielitos flotando, alejándome poco a poco de la vida que creía que tenía. Estoy dispuesta a conquistar una noche más, a atar otras manos con una corbata, a brillar como una bombilla rota. Salgo a la calle y me quedo mirando la gente que pasa por allí. Me imagino cómo sería mi vida si fuera cualquiera de ellos y les envidio. Con personas que se preocupan por ellos, con horarios, con objetivos, con planes para mañana. Eso de amanecer cada día en un sitio distinto me hace parecer un alma errante. Y escribo. Escribo todo lo que pienso con la esperanza de que alguien lo lea y venga a rescatarme de esta vida de mierda.
Las escaleras son el mejor refugio para las almas solitarias. Y aquí sigo y seguiré, agarrándome las piernas y hundiendo la cabeza entre las rodillas esperando a que un ángel negro me castigue porque empiezo a dudar de que otra cosa pueda sacarme de aquí, de esta vida inventada. Me quedo mirando el cielo que ya empieza a clarear, y después miro las uñas pintadas de azul de mis pies. Azul inventado.

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