Dame un bolígrafo y un papel y te enseñaré a soñar. Antes de que aprendas a soñar debes cerrar los ojos y imaginar un mundo nuevo, solo para ti y para mi..

lunes, 22 de agosto de 2011

Stop, forget it.


Estoy cansada, molesta con la vida, realmente quisiera desaparecer ahora, diría que más que nunca pero probablemente lo vuelva a repetir; a fin de cuentas siempre acabo diciendo lo mismo, ¿no? He escrito tanto que ya ni siquiera sé qué palabras usar... He gastado tanto diccionario que no me siento con la libertad de seguir plasmado lo que voy sintiendo en las líneas, líneas que son mi única salvación, líneas que me cobijan y que me liberan; líneas, letras, tinta, únicas que pueden salvarme. Únicas que pueden retenerme, que pueden guardarme entre sus brazos. Quisiera escaparme lejos, otro planeta, otra dimensión, lo que sea, escaparme, esconderme, meterme dentro del closet y no salir nunca; ponerme bajo la cama y no volver a ver la luz. Pero es tan complicado esconderme cuando hay gente que se da cuenta de lo que siento, y preguntan. ¿Acaso no tengo la posibilidad de estar cansada? ¿Acaso no puedo desear yo, dejar de existir? ¿Por qué no pueden olvidarse de mí de una vez por todas? Por qué no pueden simplemente déjame en paz, aburrirse de seguirme, cansarse de mirarme...

Quiero correr, quedarme en un lugar tan oscuro como el espacio. Allí sentarme y abrazar mis piernas con mis brazos, cerrar los ojos y recargar mi cabeza en mis rodillas; llorar, llorar hasta que no salgan lágrimas, hasta que todo ese líquido se haya acabado hasta tal punto, en el cual tenga que comenzar a llorar sangre; y en una de esas, tener la suerte de que la sangre se acabe, la suerte de que puedan deshacerse de mí. Yo no sé qué hago aquí, si soy tan diferente, tan inexistente; nadie me ve, nadie se percata de que estoy aquí, a nadie le importa realmente porque lo único que hago es daño, daño y más daño. No aporto nada a la vida de los demás, simplemente problemas interminables.

Quiero fundirme en la tierra, quiero arrancarme el alma en cada respiración, en cada suspiro. Quiero convertirme en la lluvia y en el viento; en la tormenta y el mar agitado que se eleva por el nivel de la humanidad. Majestuosa... vida.
Tan majestuosa e inalcanzable, que ni siquiera me siento capaz de tomarte en mis manos. No puedo, vida, tantas veces que te he fallado, tantas veces que te he defraudado, ¿por qué sigues dándome oportunidades? ¿Por qué sigues dándome tu ayuda, si lo único que quiero es marcharme? No puedo aguantar la angustia, me lleno de desaparición y no tengo ganas de hacer algo.

Quiero correr. Quiero fundirme con la tierra y arrancarme el alma en cada respiración, en cada suspiro. Quiero convertirme en la hoja, en el calor que se apaga, en el frío que se oculta, quiero ser invisible, convertirme... convertirme en nada. Quiero acabar con todo, dejar de traicionar a quienes quiero, dejar de defraudarlos, dejar de hacer las cosas mal... tan mal...

Necesito ahogarme. Cortarme los brazos hasta aterrarme y chillar llena de terror. Necesito ahorcarme y jalar de mi cuello hasta no tener fuerzas. Necesito acuchillarme y atravesar balas por mi pecho; veamos si sirve de algo. Estoy tiritando, tengo frío, pero más que frío tengo congelado el espíritu. Quiero lanzarme al vacío y quedarme ahí, sin que nadie tenga ni la menor idea sobre mi paradero. Quiero entender las cosas, pero cada vez que averiguo algo, más me cuesta. Quiero recostarme, pensar en mi, quiero... simplemente quiero dejar todo esto, necesito irme. Necesito desaparecer por mucho tiempo, estar sola. Congelar mi piel y llenarme del aroma a gloria. Quitarme el sufrimiento, sentirme aliviada... Quiero correr los riesgos, pero cuando me lanzo a la vida, la vida me rechaza. ¿Entonces? No entiendo. Ya no quiero arriesgarme más porque cada vez que lo hago, más punzante se hace el dolor. Más sangre corre. Quiero guardar silencio, pero a la vez quiero gritar las cosas que estoy sintiendo desde hace mucho tiempo. Mañana, no sé qué será de mañana. Me complicaré la vida probablemente y me dejaré abierta a la muerte en cualquier rincón de mi mundo. Aunque mi mundo no es muy grande, o al menos no lo sé, porque no hay luz. Podría estar caminando kilómetros y kilómetros pensando que he estado dando vueltas en la misma habitación durante siglos; el tamaño de mi mundo depende de la persona a quien quiera. Hoy, el tamaño de mi mundo... es una caja. Pequeña, apenas entro en ella, pero me guarda, me protege del todo, me esconde. Es fuerte, tiene vida propia y parece incluso susurrarme cosas al oído mientras gritan mis cuerdas vocales sin emitir sonido. Me siento insignificante, ¿saben? Quisiera, quisiera ir a un bosque, y sentarme en la hierba fría y húmeda, apoyar mi espalda en las raíces de un árbol tan sólo como yo, hacerle un poco de compañía en silencio, una compañía que no interrumpe pero que llena por completo; basta la presencia. Aquel árbol me amarraría con sus ramas, me estrujaría y me haría saber que aún estoy viva. Le preguntaría, entonces, ¿por qué? y él me diría, que aún tengo demasiadas cosas que hacer. Seguramente me quedaría durante unos segundos pensando en ello, en las cosas que debo hacer. Luego de un instante, me inundaría en la rabia y me retiraría; me sentaría al lado de un árbol seco, sin hojas, raíces raídas por el tiempo, presencia triste y afectante, débil; y aquel árbol tan desgastado, tan inservible, tan invisible; le vería, me serviría, sería mi uso. Ese árbol, no me cuidaría, pero siempre estaría. No me daría consejos, pero sufriría conmigo si llegaba a depender de ello. Ese árbol, sería más realista que el primero, no obstante, segura estoy de que cuando me levantara, no habría aprendido nada, él tampoco. Pero ¿qué importaba? Nada. Si por un poco de tiempo, habíamos obtenido lo que buscábamos; esa compañía irrompible, pero demasiado distante para ser compañía.

No hay comentarios: